martes, 19 de enero de 2016

El Gótico

El gótico es un estilo artístico que siempre me ha cautivado. He querido escribir un poco sobre su significado. Al igual que otros estilos no surgió de la nada, sino que tuvo una etapa de transición que dio como resultado una expresión artística sumamente particular y que muchas veces lo identificamos por cómo lo interpretaron los románticos en el siglo XIX.

Es importante mencionar que el gótico es un arte de ciudad. Las gentes del campo solían huir de sus señores hacia los centros urbanos, buscando la protección de las instituciones y los fueros concedidos por los reyes. Es importante remarcar dicha alianza entre ciudades y monarcas para contrarrestar el poder de las familias nobiliarias. En palabras de Henri Pirenne: “La libertad es en la Edad Media un atributo tan inseparable de la condición de habitante de una ciudad como lo es, en nuestros días, de la de ciudadano de un Estado”. Europa dejaba de ser un mundo rural y la mentalidad estaba cambiando, al igual que los poderes. La Lucha de las Investiduras debilitó al Imperio y al Papado, y el poder efectivo caía en manos de los monarcas en alianza con los obispos de las ciudades.

El arte románico, propio de la Alta Edad Media, era abstracto y alejado de realismo, buscaba generar una sensación de terror y comunicar dogmas. Por su parte, el gótico brinda mayor vivacidad a sus creaciones. Ya no persigue infundir miedo y respeto, sino ternura y comunicación con Dios.

El Cristo justiciero del Juicio Final da paso al Cristo Redentor. Nada mejor para expresar esos valores y esa comunicación con Dios que el amor de madre de la Virgen María. Es por ello que el culto mariano tiene un gran auge durante el gótico, sobre todo a través de las órdenes mendicantes. Es destacable que es en esta época cuando se hace popular el rosario, utilizado como instrumento por parte de los dominicos en su cruzada en contra de los albigenses.

Resulta particularmente interesante el simbolismo que tiene la “luz” en el arte gótico y su relación con la mentalidad de la época. En la Alta Edad Media tuvo gran auge el Libro del Apocalipsis, acorde con la idea del Juicio Final, y prueba de ello es la difusión que tuvieron los comentarios de Beato de Liébana. En este libro encontramos un pasaje que nos puede enlazar con las nuevas ideas que estaban en gestación. San Juan nos describe que la Jerusalén celestial no “necesita sol ni luna que la alumbren: la ilumina la gloria de Dios y su antorcha es el Cordero.” No olvidemos que el mundo de los primeros siglos medievales era un mundo oscuro, rural, donde los hombres vivían en los bosques a la sombra de su señor.

La escolástica jugará un papel fundamental en esta nueva noción de luz que se materializará en la catedral a través de las vidrieras. En palabras de Jacques Le Goff: “Tras esa fantasmagoría coloreada está el miedo de la noche, la búsqueda de la luz, que es la salvación. […] El arco iris llama la atención de los sabios: es luz coloreada, análisis natural, capricho de la naturaleza. Satisface a la vez las tendencias tradicionales y las nuevas orientaciones del espíritu científico
medieval. Detrás de todo esto está lo que se ha llamado la <<metafísica medieval de la luz>>, digamos de forma más general y más modesta la búsqueda de la seguridad luminosa.”

La luz natural se convertirá en luz divina a través de las vidrieras, que además de vidas de santos suelen tener representaciones reales, como la de Alfonso X el Sabio en León. Según Rolf Toman, el abad Suger, quien fue uno de los eclesiásticos que impulsó el estilo, “desarrolla su estética del paso de lo material (luz de las ventanas, piedras preciosas) a lo espiritual (luz divina). Suger habla de la lux mirabilis y de las sacratissimae vitrae.”

Una de las figuras más importantes de la escolástica, el franciscano San Buenaventura, difundió la teoría de la iluminación. Para él, el fundamento del conocimiento intelectual “no puede consistir más que en una luz divina que permite conectar lo finito con los ejemplares divinos”. La época de San Buenaventura coincide con el gótico radiante, cuando las vidrieras alcanzan su mayor apogeo y se crean cajas de cristal como la Sainte-Chapelle de París.


Como hemos observado el gótico se desarrolló en un ambiente de cambios sociales, políticos e ideas, donde el platonismo y el significado de la luz tuvieron una participación crucial. Georges Duby lo describiría de la siguiente forma: “El arte de las vidrieras se dirige a los rosetones. Abarca diversos significados a la vez, como los ciclos del cosmos, del tiempo que se resume dentro de lo eterno, y el misterio de Dios, luz de Dios, Cristo sol.”

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